miércoles, 29 de agosto de 2012

Sólo para Mujeres

¡Qué sería del mundo y de los hombres sin ustedes!



Desde el domingo pasado, se realiza en Tegucigalpa la “XXI Conferencia de Partidos Políticos de Centro América y el Caribe”, auspiciada por el Parlamento Centroamericano (PARLACEN), en cuyo marco se desarrolla a la vez, el “XII Encuentro Regional de Mujeres de Partidos Políticos de la Región” dedicado a revisar los resultados y perspectivas de la Cumbre Río+20, o sea, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en Río de Janeiro en junio pasado.

La Cumbre Río +20, deriva su nombre para celebrar 20 años después, la histórica Cumbre de la Tierra, que se llevó a cabo en el mismo Río de Janeiro en 1992, para hacer frente al cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la desertificación del planeta. Pues bien, uno de los temas abordados en el encuentro de mujeres políticas, fue precisamente “El Empoderamiento Político de las Mujeres en la Región”.

Un tema de suyo interesante, por cuanto, da pie para hacer memoria, valorar y poner en perspectiva, la lucha de las mujeres por hacer valer el rol de primer nivel que han jugado históricamente en la sociedad.

Desde que fue creada la política en la Grecia Clásica, estuvo reservada para los hombres, marginando de ella a las mujeres porque aquella sociedad,  no les reconocía derecho alguno. Sin embargo, en la misma antigüedad, hubo mujeres que se revelaron frente a esa sociedad que le asignaba roles secundarios, como fue el caso de Hiparquía, una de las primeras mujeres filósofas que no aceptó realizar sólo labores domésticas, también está el caso de Hipatía, que el siglo 400 D.C. llegó a dirigir la Escuela Platónica de Alejandría o el caso más ilustrativo de Lísistratata, que realiza una huelga sexual contra los hombres para que pongan fin a la guerra.

La exclusión de la mujer es histórica, pero modernamente, no fue sino hasta el siglo XX que la exclusión, la desigualdad e injusticia respecto de la mujer, comienza a revertirse, llegando incluso a considerarse ese siglo, como “El Siglo de las Mujeres”, que marca el inicio de la lucha de la mujeres sufragistas a favor de su reconocimiento ciudadano. Eso sucedió en Europa, Estados Unidos, Latinoamérica y en Centro América.

Se tiene registro histórico de mujeres que han sobresalido en la lucha por sus derechos, las encontramos en la Revolución Francesa, en la que, la libertad es representada por una mujer, pero fue a partir del último cuarto del siglo XIX en Inglaterra y en Estados Unidos, que comienza a tomar fuerza el movimiento feminista que denuncia las restricciones a que estaban sometidas las mujeres, y reclaman para sí, los mismos derechos que los hombres es decir, reclamaban derechos políticos como elegir y ser elegidas.

La revolución Industrial de finales del siglo XIX, que incorporó al trabajo precario a mujeres y niños en los albores del capitalismo, sirvió de contexto para que el naciente movimiento socialista en Europa, incorporara a su visión de igualdad entre las clases sociales, también la igualdad entre hombres y mujeres. A comienzos del siglo XX, las luchas reivindicativas de las mujeres, adquieren importancia también en el movimiento proletario y en 1911, se celebra el primer Día de la Mujer Trabajadora propiciado por la gran luchadora socialista alemana Clara Zetkin, quien compartió la lucha por los derechos de las mujeres, con Rosa Luxemburg; dicho día, posteriormente pasó a celebrarse el 8 de marzo.

Como fruto de aquellas luchas, en Europa se alcanza el derecho a voto para las mujeres a partir de 1918, como es el caso de Inglaterra, en Estados Unidos, en 1920. En América Latina, la lucha de las mujeres tuvo en un comienzo, las mismas reivindicaciones que en otras partes; el reconocimiento de la ciudadanía para la mujer, que  se estableció por primera vez en Ecuador en 1929, seguido de Chile y Uruguay, en 1931.

Treinta años después, el reconocimiento ciudadano para la mujer en la región, se completa cuando en  1961, Paraguay lo incorpora constitucionalmente. Es importante destacar que en América Latina, la lucha política de la mujer, se destacó en su oposición a las dictaduras militares tanto de la “primera ola”, como las que se instauraron en los años 70s del siglo pasado, en el contexto de la guerra fría.

Existen muchísimos ejemplos  de mujeres extraordinarias en América Latina, no es posible nombrarlas a todas, no obstante, hay algunas que sobresalen por la época como Flora Tristán en Perú, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina, Gabriela Mistral en Chile, Rigoberta Menchú en Guatemala o Visitación Padilla en Honduras.

En la región centroamericana, se tiene memoria de luchas de mujeres desde finales del siglo XIX, pero es en el siglo XX, cuando esas luchas culminan con el reconocimiento ciudadano: en Costa Rica, 1949, en Guatemala, 1945 ampliado en 1965, en Nicaragua, 1957, El Salvador, 1950 y en Honduras, las mujeres logran el derecho al voto, el 25 de enero de 1955, razón por la que en esa fecha, se celebra el Día de la Mujer Hondureña.

Con posterioridad, las mujeres en Centro América, han tenido que hacerse espacios en una sociedad marcada por la exclusión no sólo para ellas, también para los hombres. Se involucraron en las luchas revolucionarias de varios países en las décadas de los años 70 y 80s, escalaron posiciones de primer orden en los gobiernos, han alcanzado puestos de elección popular y algunas, llegaron a la presidencia de la república.

Una vez superada la etapa sufragista, la mujer dirigió la mirada a temas como la igualdad de oportunidades, que exigía a la vez, la búsqueda del reconocimiento internacional de esa lucha y la materialización de sus resultados, en forma de leyes. Así, en 1952, a pocos años de la creación de la ONU, ésta aprobó la Convención Sobre los Derechos Políticos de la Mujer, que marca el primer hito a partir del cual, la mujer comienza a ser reconocida en los organismos internacionales y posteriormente por los gobiernos.

Luego vinieron las cuatro grande conferencias de Naciones Unidas sobre la mujer, que colocaron el tema de igualdad entre los géneros en el centro de las preocupaciones mundiales. Primero fue la preocupación por codificar los derechos civiles y jurídicos de la mujer, luego con el tiempo, se notó que las leyes por sí mismas, no bastaban para garantizar los derechos de las mujeres y fue así como las cuatro grandes conferencias, estaban destinadas a elaborar estrategias y planes de acción para materializar los derechos de la mujeres.

La primera Conferencia, realizada en México D.F. en 1975, coincidió con el Año Internacional de la Mujer, fue convocada para tratar la condición jurídica y social de la mujer, en dicha conferencia, se aprobó un plan que daba directrices a la comunidad internacional y a  gobiernos, sobre los objetivos a alcanzar en los siguientes diez años en temas como igualdad plena de género, integración plena de la mujer al desarrollo y la contribución de la mujer a la paz mundial.

La segunda Conferencia, se realizó en Copenhague, en 1980, para evaluar el cumplimiento de los compromisos de México 1975, y dar fuerza a la Convención sobre todas las formas de discriminación contra la mujer que las Asamblea General de Naciones Unidas había aprobado en 1979. En la Conferencia de Copenhague, se evidenciaron los incumplimientos por lo que se decidieron medidas y se fijaron objetivos en áreas como igualdad de acceso a la educación, oportunidades de empleo y servicios adecuados de salud.

Luego vino la tercera Conferencia Mundial Sobre la Mujer en Nairobi, en 1985, que marca el nacimiento del movimiento feminista a nivel mundial. Se examinó el cumplimiento del decenio anterior y se plantearon nuevas estrategias para superar los obstáculos, medidas que llevaran a la igualdad en la escala nacional y que, los gobiernos, debían establecer sus propias medidas en materia de género.

La Cuarta Conferencia Beijing 5+1, en 1995, marca un punto de inflexión  en la lucha por la igualdad de géneros, lo trascedente de Beijing, fue haber puesto en el centro de la atención de la mujer, el concepto de género, a partir del cual, para entender el tema había que evaluar primero la estructura de la sociedad en su conjunto, incluyendo las instituciones, para poder potenciar el papel de la mujer. En el fondo lo que estaban diciendo, era que muchos de los obstáculos que encontraban las mujeres para su desarrollo pleno, estaban en las estructuras de la sociedad capitalista, y las implicaciones culturales que de ellas se derivan en detrimento de la mujer.

En ésta Conferencia se aprobó La Declaración  y Plataforma de Acción de Beijing, por medio de la cual, los gobiernos se comprometieron a la adopción de políticas de género en la planificación y ejecución a nivel estatal. Esa es la razón por la que, la comunidad internacional cooperante, comenzó a exigir a los países receptores de la cooperación incluir el componente de género en sus planes de desarrollo, y de esa menara, el tema de igualdad de géneros, pasó a ser transversal, como se dice en el lenguaje de las ONG de corte neoliberal.

No es el propósito de éstas notas, ni sería posible, referirse a todas las implicaciones y consecuencias positivas que para la mujer ha traído estos eventos internacionales, me limitaré a mencionar dos: la primera, la aprobación de Leyes sobre la Igualdad de Oportunidades y la segunda, la llamada Ley de Cuotas o de cupos, según el país, encaminadas a asegurar la participación de la mujer en los procesos políticos, concretamente, en los cargos de elección popular.

Coincidentemente, la aprobación de la Ley de Cuotas en la región, se da de manera general, luego de la Conferencia de Beijing en la segunda mitad de los años 90s, aunque algunos países se habían adelantado  como es el caso de Argentina, que lo hace en 1991, estableciendo el 30% de las candidaturas de representación popular, para las mujeres. Posteriormente, 10 países se sumaron a dichas leyes en función de género, en porcentajes que van desde un 20 hasta el 40% de cupos de las candidaturas parlamentarias, y últimamente, en algunos casos llega al 50%.

¿Qué efectos positivos ha traído la Ley de Cuotas?, algunos datos son ilustrativos al respecto: antes de la existencia de estas leyes, el promedio de la representación parlamentaria en América Latina, apenas llegaba al 9%, hoy,  aproximadamente el 22% de los escaños parlamentarios están ocupados por mujeres, en Europa es del 27%. Encuestas de opinión hechas en la región, muestran que un 87% de la población, considera positivo la existencia de este tipo de leyes, y un 65%, dice que deben ampliarse.

No obstante todos estos avances, falta mucho por hacer, pues si bien es cierto que la mujer en las últimas décadas ha alcanzado importantes cuotas de poder político, siguen existiendo desigualdades en otras áreas como en el nivel de ingreso, siendo uno de los grandes obstáculos para que la mujer goce plenamente de sus derechos. Estudios recientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), muestran que los hombres ganan en promedio, entre 10 y 17% más que las mujeres desempeñando el mismo trabajo, el porcentaje se eleva hasta un 28%, cuando se trata de minorías éticas, esto es lo que se denomina, la brecha salarial.

Por otra parte, como ya se ha dicho, las mujeres en Centroamérica, han tenido que transitar por un duro camino hacia su emancipación dentro de un sistema, que también oprime y explota a hombres y mujeres por igual, por eso, cuando en los años 70s del siglo pasado se habló de liberación femenina, también se debió preguntar por la liberación del hombre.

Por último, en mi criterio, hoy la lucha de las mujeres debe encaminarse a tareas como el fortalecimiento de su ciudadanía a través de una mayor participación política, a la ampliación de sus derechos reproductivos y sexuales, a la erradicación de la violencia contra ellas, por mejores salarios,  por fortalecer sus organizaciones y por más derechos. No se trata de feminizar el poder, sino, de transformarlo para democratizarlo, porque ¿después de la Ley de Cuotas qué?, ¡mujeres tienen la palabra, y los hombres también!



Y con ustedes… La “Cuarta Urna”

Una propuesta civilizada en un país civilizado.


En un artículo anterior, se hacía referencia a la debilidad que “pánfila” (la oligarquía hondureña) tiene por la derecha chilena, desde una posición de “subordinación” cultural en general y de “enamoramiento” político en particular. A “pánfila” se le caen los fustanes mentales cuando oye hablar de Pinochet, de Piñera (el millonario presidente de Chile) y de los partidos políticos de la derecha chilena.

Pero “pánfila”, no copia las cosas buenas que tiene el sistema político de Chile, y tampoco el mundo de los negocios. Por ejemplo, el sistema somete a una revisión minuciosa el patrimonio de los ricos que se meten a política, antes, durante y después del cargo público al que accedan sin importar su adherencia ideológica; a Sebastián Piñera el actual presidente, el sistema lo obligó a vender sus acciones en Lan Chile, la principal compañía aérea y bandera de aquel país, era socio del club de fútbol Colo Colo (allá los equipos de ese deporte son sociedades anónimas) se vio obligado a vender sus acciones, también vendió un canal de televisión etc. todo ello, porque entienden que existe conflicto de intereses entre poder político y económico.

Por otro lado, por mucho dinero que se tenga, al presidente de la república se le respeta como al que más, porque la derecha empresarial de Chile como parte de los valores del sistema que data de mucho tiempo, posee valores republicanos en relación a las instituciones; en cambio aquí, “pánfila” no tiene ningún respeto ni consideración por cualquiera de los cargos electos por el pueblo, comenzando por el presidente, porque lo considera como un tramitador de sus intereses –cuando es alguien que no corresponde a la oligarquía- o como parte del “negocio”, cuando es uno de los suyos.

Incluso, los millonarios empresarios de Chile, crearon y financian una especie de “Tanque de Pensamiento” llamado “Centro de Estudios Públicos” (CEP) dirigido por un respetado filósofo y escritor, y, que, en una de sus líneas de trabajo está las encuestas de opinión pública – la más respetada por la clase política de Chile- para tomar el pulso de la sociedad sobre distintos temas.

Pues bien, la última encuesta de ese centro, dada a conocer el día de ayer, muestra  que Michelle Bachelet la ex presidenta, aventaja por 41 pts. al  personaje más valorado de la derecha (9 pts.) el ministro de obras públicas. Por otro lado, Pablo Longueira, el actual ministro de economía que “pánfila” trajo a Honduras para el aniversario del COHEP a que les dijera lo que cualquier taxista sabe en Chile, y del que quedaron hablando bellezas, cuando le preguntaron a la gente si votaría por él, el 65% dijo que no.

Lo anterior, para que se vea lo bajo que vuela “pánfila” en relación a personajes que forman parte del  mundo de la derecha que tanto admira, ello, porque su cultura política, es tan baja que no la detectan los radares de la cultura general.

Pero lo  más interesante que les quiero compartir es lo siguiente:, como parte del proceso de readecuación político-electoral de la oposición de centro-izquierda de Chile (La Concertación) luego de la derrota del 2009, contempla para el programa de gobierno de las elecciones de 2013 en las que seguramente su candidata será Michelle Bachelet, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para cambiar la constitución de 1980 dejada por Pinochet (el “héroe” corrupto y asesino de “pánfila”).

Consideran los presidentes de los principales partidos de esa coalición, que la “Asamblea Nacional Constituyente, es el instrumento para introducir los cambios”. Y para tal efecto, los senadores y presidentes de dos partidos de orientación socialdemócrata, presentarán un proyecto de reforma constitucional para que el mismo día de las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2013, se plebiscite la convocatoria a una asamblea que tenga a su cargo, cambiar la constitución. El mecanismo que han escogido es “una cuarta urna”, seguramente será una discusión con tensiones al interior de la coalición y con la derecha, pero también será civilizada.

La tensión viene dada porque existe otra corriente de opinión, que dice que la reforma debe hacerse por medio de los llamados “mecanismos institucionales”, como una comisión de diputados y senadores que propongan modificaciones profundas a la constitución. Ahora, ¿cuál es el motivo que se esgrime para proponer el cambio de constitución?, según los proponentes, la conflictividad social que ha experimentado Chile en los dos últimos años con el movimiento estudiantil en las calles durante casi un año por educación pública, gratuita y de calidad, el conflicto Mapuche en el sur, la centralización, la explotación de los recursos naturales, el sistema político binominal que asegura un puesto a la derecha aunque pierda (herencia pinochetista) y porque consideran que es mala pues no garantiza la justicia social, la igualdad y la democracia plena; son problemas que sólo pueden resolverse convocando a una constituyente.

Sea cual sea el resultado de la discusión, será el pueblo de Chile el que tendrá la libertad de escoger en una “cuarta urna”, si quiere o no cambiar su constitución. La “cuarta urna” lleva además, a otro tipo de participación democrática como el plebiscito nacional para aprobarla y ratificarla entre todos los chilenos.

¡Qué cosas! Y pensar que por eso mismo “pánfila” dio el golpe de Estado en Honduras, los millonarios de Chile, las cúpulas religiosas, los medios de comunicación – casi el 100% de derecha encabezados por diario El Mercurio- el Ejército, la Corte Suprema, el Ministerio Público, El Congreso y el Senado ¿estarán pensando dar otro golpe de Estado en Chile por la “cuarta urna”?

¿Verdad que sería interesante preguntarle a “pánfila” al respecto?