Recado
para “Juan sin Miedo”
Sergio
Suazo
Ayer domingo se celebraron
Elecciones Primarias en Chile, como se sabe, la política en ese país, desde la
vuelta a la democracia en 1990, se ha configurado principalmente en base a dos
grandes bloques: de un lado, está el centro izquierda conformada por el Partido
Socialista de Chile, (PS) el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partido por
la Democracia (PPD) y el Partido Radical-Socialdemócrata (PR-SD). Estos
partidos han conformado lo que se ha conocido como La Concertación de Partidos por la Democracia, que derrotaron a la
dictadura de Pinochet, en el plebiscito de 1988, hoy llamada “Nueva Mayoría” por la incorporación del
Partido Comunista y movimientos ciudadanos.
En el otro lado, encontramos
a La Alianza por Chile, o sea la
centro derecha, conformada por el partido Unión Demócrata Independiente (UDI)
fundada por Jaime Guzmán, el principal ideólogo de la derecha pinochetista, y
el Partido Renovación Nacional (RN) que es una derecha más liberal, con una
ideología neoconservadora. Por otra parte, ha existido en Chile desde el
proceso de la transición, una izquierda extraparlamentaria compuesta por el
Partido Comunista (PC) que ahora tiene representación en el parlamento, y una serie
de partidos menores y grupos como los ecologistas y humanistas.
Después del gran desarrollo
alcanzado por Chile en 20 años de gobiernos de la Concertación, ésta pierde las primeras elecciones en 2010, cuando Sebastián Piñera (de
Renovación Nacional) como candidato de la Alianza
por Chile, se convierte en presidente y de esa forma, la derecha vuelve al
poder en forma democrática, en varias décadas.
Hoy Chile, es un país
a las puertas del desarrollo, es miembro de la OCDE, tiene la economía más
abierta de América Latina, un ingreso per cápita de $20.000, allí se encuentra
la empresa de cobre más grande del mundo, un nivel de institucionalización muy
alto y una democracia consolidada. Pero por otra parte, es uno de los países
más desiguales de la región, no obstante haber reducido la pobreza de un 42% en
1990, a un 14% aproximadamente en la actualidad; tiene uno de los sistemas
educativos universitarios más caros del mundo y el sistema de pensiones creados
durante la dictadura, hoy está siendo cuestionado duramente por sus afiliados y
por la sociedad.
Internacionalmente, Chile es
presentado como el éxito del “modelo neoliberal”, la joya de la corona, pero que en su interior, ha germinado un
malestar profundo desde los movimientos sociales y principalmente el movimiento
estudiantil, que desde el 2006, ha interpelado a la clase política en sus
conjunto por una educación pública, gratuita de calidad y con énfasis en el fin
del lucro en la educación. El momento fulgurante de ese descontento es en 2011,
cuando el movimiento estudiantil pone en jaque al gobierno de Piñera con
intensas y multitudinarias
movilizaciones en Santiago, la capital, y en el resto del país; tan profundo ha
sido el cuestionamiento al modelo, que tanto los estudiantes como los
movimientos sociales, fueron incorporando otras demandas de tipo político como
introducir cambios institucionales a través de una Asamblea Constituyente, tema
que ahora mismo, ha formado parte de la campaña de las elecciones primarias y
que será de las elecciones generales, el 17 de noviembre próximo.
En las elecciones de ayer,
por la “Nueva Mayoría” el bloque de centro izquierda, participaron 4
candidatos: Michelle Bachelet, en representación un sub bloque formado por el
Partido Socialista, el Partido Por la Democracia, el Partido Comunista y el
Movimiento al Socialismo (MAS), un candidato independiente, el candidato de la Democracia Cristiana y el
candidato del Partido Radical. De un total de tres millones de votos emitidos
para ambas coaliciones, Bachelet obtuvo ella sola, más de un millón quinientos sesenta y un mil votos, el 73%, seguida del
candidato independiente con un lejano 13%, 8.6% del candidato demócrata
cristiano y el 5% del candidato radical. Sumados esos votos, se alcanza el 72,6% para la “Nueva Mayoría”, con 2,
137,423 votos.
En el bloque de la derecha, el
ganador fue el candidato de la UDI, Pablo Longueira que obtuvo 414,380 votos
para un 51%. Mientras el perdedor, Andrés Allamand de Renovación Nacional,
obtuvo 392,221 votos que representa el 48%. En total, la Alianza de derecha alcanzó 806,601
votos, o sea, el 27,4% del total de
votos emitidos.
Sobre estas elecciones,
deseo resaltar dos hechos: uno, anecdótico y el otro, aleccionador. El primero,
es que el ahora candidato de la derecha Chilena, Pablo Longueira, “niño bonito”
de Pinochet según se sabe en Chile y ex ministro de economía del actual
gobierno, es la máxima debilidad de “pánfila” (la derecha económica de
Honduras) ha sido invitado especial por los “empresarios nacionales” a sus
aniversarios, les gusta ponerlo de ejemplo cuando habla de cosas que allá son
comunes pero aquí, “pánfila” las oye como una revelación divina.
El segundo, es una lección
de lo que no se debe hacer, salvo que se desee perder la elección. Durante toda
la gestión, el gobierno de Piñera a través de voceros, senadores, ministros y
dirigentes políticos, desató una verdadera guerra sucia contra Bachelet por sus
supuestas responsabilidades políticas durante el terremoto y tsunami
que azotó parte de la zona sur de Chile, el 27 de febrero de 2010. En
esa ocasión, la pequeña localidad de
Dichato fue barrida por el tsunami que provocó el terremoto, lo mismo
ocurrió con otras localidades aledañas, se pretendió acusar a la ex presidenta
de no haber dado a tiempo la alarma para evacuar a la población hacia zonas
altas y seguras, por lo que murieron muchas personas.
A raíz de la tragedia, se
abrió una investigación para deducir responsabilidades a las autoridades
encargadas de las instituciones de alerta y protección civil y militar. Desde
el gobierno, se trató de que la justicia imputara a Bachelet por su actuación
en el terremoto. En paralelo, los ataques políticos no cesaron desde antes de
su regreso a Chile para postularse como candidata, en una verdadera campaña de
terror, pero la gran sorpresa es que la ex presidenta obtuvo en éstas
elecciones primarias, votaciones altísimas no sólo en Dichato (85,16%) también en toda la región devastada por el
terremoto (83,2%) en promedio.
La otra parte de la campaña
del terror, era la incorporación del Partido Comunista a la “Nueva Mayoría” cuyo líder ahora es
Bachelet. La derecha hablaba de inestabilidad política, de ingobernabilidad, de
baja en las expectativas económicas etc. por la posible participación del los
comunistas en un futuro gobierno de Bachelet. Los analistas, reflejan el error
garrafal del gobierno y los partidos de derecha por desatar una campaña que ya
no tiene efectos sobre la población, por el contario, una votación tan alta,
quiere decir que la gente se identificó con la propuesta de Bachelet,
construida escuchando a la gente, con los partidos que la apoyan y consultando
a los expertos (igual que aquí).
La votación de la centro
izquierda muestra que el gran derrotado fue el gobierno, así lo estiman los
analistas chilenos, por otra parte, confirma lo “incombustible” del liderazgo
de Bachelet y por último, quedó demostrado una vez más, que las campañas de
terror no producen los efectos esperados. Son situaciones diferentes dirán, sí
es cierto, pero el propósito es el mismo: destruir por el terror y los
resultados también serán los mismos, el fracaso. Pregúntenle a la derecha
chilena, o lo que es lo mismo: ¡el que no oye consejo, no llega a viejo porque
es p…!
S.L. 1/7/2013