viernes, 5 de julio de 2013

Vientos del Sur

Recado para “Juan sin Miedo”


Sergio Suazo


Ayer domingo se celebraron Elecciones Primarias en Chile, como se sabe, la política en ese país, desde la vuelta a la democracia en 1990, se ha configurado principalmente en base a dos grandes bloques: de un lado, está el centro izquierda conformada por el Partido Socialista de Chile, (PS) el Partido Demócrata Cristiano (PDC), el Partido por la Democracia (PPD) y el Partido Radical-Socialdemócrata (PR-SD). Estos partidos han conformado lo que se ha conocido como La Concertación de Partidos por la Democracia, que derrotaron a la dictadura de Pinochet, en el plebiscito de 1988, hoy llamada “Nueva Mayoría” por la incorporación del Partido Comunista y movimientos ciudadanos.

En el otro lado, encontramos a La Alianza por Chile, o sea la centro derecha, conformada por el partido Unión Demócrata Independiente (UDI) fundada por Jaime Guzmán, el principal ideólogo de la derecha pinochetista, y el Partido Renovación Nacional (RN) que es una derecha más liberal, con una ideología neoconservadora. Por otra parte, ha existido en Chile desde el proceso de la transición, una izquierda extraparlamentaria compuesta por el Partido Comunista (PC) que ahora tiene representación en el parlamento, y una serie de partidos menores y grupos como los ecologistas y humanistas.

Después del gran desarrollo alcanzado por Chile en 20 años de gobiernos de la Concertación, ésta pierde las primeras elecciones en 2010, cuando Sebastián Piñera (de Renovación Nacional) como candidato de la Alianza por Chile, se convierte en presidente y de esa forma, la derecha vuelve al poder en forma democrática, en varias décadas.

Hoy Chile, es un país a las puertas del desarrollo, es miembro de la OCDE, tiene la economía más abierta de América Latina, un ingreso per cápita de $20.000, allí se encuentra la empresa de cobre más grande del mundo, un nivel de institucionalización muy alto y una democracia consolidada. Pero por otra parte, es uno de los países más desiguales de la región, no obstante haber reducido la pobreza de un 42% en 1990, a un 14% aproximadamente en la actualidad; tiene uno de los sistemas educativos universitarios más caros del mundo y el sistema de pensiones creados durante la dictadura, hoy está siendo cuestionado duramente por sus afiliados y por la sociedad.

Internacionalmente, Chile es presentado como el éxito del “modelo neoliberal”, la joya de la corona, pero que en su interior, ha germinado un malestar profundo desde los movimientos sociales y principalmente el movimiento estudiantil, que desde el 2006, ha interpelado a la clase política en sus conjunto por una educación pública, gratuita de calidad y con énfasis en el fin del lucro en la educación. El momento fulgurante de ese descontento es en 2011, cuando el movimiento estudiantil pone en jaque al gobierno de Piñera con intensas  y multitudinarias movilizaciones en Santiago, la capital, y en el resto del país; tan profundo ha sido el cuestionamiento al modelo, que tanto los estudiantes como los movimientos sociales, fueron incorporando otras demandas de tipo político como introducir cambios institucionales a través de una Asamblea Constituyente, tema que ahora mismo, ha formado parte de la campaña de las elecciones primarias y que será de las elecciones generales, el 17 de noviembre próximo.

En las elecciones de ayer, por la “Nueva Mayoría” el bloque de centro izquierda, participaron 4 candidatos: Michelle Bachelet, en representación un sub bloque formado por el Partido Socialista, el Partido Por la Democracia, el Partido Comunista y el Movimiento al Socialismo (MAS), un candidato independiente,  el candidato de la Democracia Cristiana y el candidato del Partido Radical. De un total de tres millones de votos emitidos para ambas coaliciones, Bachelet obtuvo ella sola, más de un millón quinientos  sesenta y un mil votos, el 73%, seguida del candidato independiente con un lejano 13%, 8.6% del candidato demócrata cristiano y el 5% del candidato radical. Sumados esos votos, se alcanza el 72,6% para la “Nueva Mayoría”, con 2, 137,423 votos.

En el bloque de la derecha, el ganador fue el candidato de la UDI, Pablo Longueira que obtuvo 414,380 votos para un 51%. Mientras el perdedor, Andrés Allamand de Renovación Nacional, obtuvo 392,221 votos que representa el 48%. En total, la Alianza de derecha alcanzó 806,601 votos, o sea, el 27,4% del total de votos emitidos.

Sobre estas elecciones, deseo resaltar dos hechos: uno, anecdótico y el otro, aleccionador. El primero, es que el ahora candidato de la derecha Chilena, Pablo Longueira, “niño bonito” de Pinochet según se sabe en Chile y ex ministro de economía del actual gobierno, es la máxima debilidad de “pánfila” (la derecha económica de Honduras) ha sido invitado especial por los “empresarios nacionales” a sus aniversarios, les gusta ponerlo de ejemplo cuando habla de cosas que allá son comunes pero aquí, “pánfila” las oye como una revelación divina.

El segundo, es una lección de lo que no se debe hacer, salvo que se desee perder la elección. Durante toda la gestión, el gobierno de Piñera a través de voceros, senadores, ministros y dirigentes políticos, desató una verdadera guerra sucia contra Bachelet por sus supuestas responsabilidades políticas durante el terremoto y tsunami  que azotó parte de la zona sur de Chile, el 27 de febrero de 2010. En esa ocasión, la pequeña localidad de Dichato fue barrida por el tsunami que provocó el terremoto, lo mismo ocurrió con otras localidades aledañas, se pretendió acusar a la ex presidenta de no haber dado a tiempo la alarma para evacuar a la población hacia zonas altas y seguras, por lo que murieron muchas personas.

A raíz de la tragedia, se abrió una investigación para deducir responsabilidades a las autoridades encargadas de las instituciones de alerta y protección civil y militar. Desde el gobierno, se trató de que la justicia imputara a Bachelet por su actuación en el terremoto. En paralelo, los ataques políticos no cesaron desde antes de su regreso a Chile para postularse como candidata, en una verdadera campaña de terror, pero la gran sorpresa es que la ex presidenta obtuvo en éstas elecciones primarias, votaciones altísimas no sólo en Dichato (85,16%) también en toda la región devastada por el terremoto (83,2%) en promedio.

La otra parte de la campaña del terror, era la incorporación del Partido Comunista a la “Nueva Mayoría” cuyo líder ahora es Bachelet. La derecha hablaba de inestabilidad política, de ingobernabilidad, de baja en las expectativas económicas etc. por la posible participación del los comunistas en un futuro gobierno de Bachelet. Los analistas, reflejan el error garrafal del gobierno y los partidos de derecha por desatar una campaña que ya no tiene efectos sobre la población, por el contario, una votación tan alta, quiere decir que la gente se identificó con la propuesta de Bachelet, construida escuchando a la gente, con los partidos que la apoyan y consultando a los expertos (igual que aquí).

La votación de la centro izquierda muestra que el gran derrotado fue el gobierno, así lo estiman los analistas chilenos, por otra parte, confirma lo “incombustible” del liderazgo de Bachelet y por último, quedó demostrado una vez más, que las campañas de terror no producen los efectos esperados. Son situaciones diferentes dirán, sí es cierto, pero el propósito es el mismo: destruir por el terror y los resultados también serán los mismos, el fracaso. Pregúntenle a la derecha chilena, o lo que es lo mismo: ¡el que no oye consejo, no llega a viejo porque es p…!

S.L. 1/7/2013