Autocomplacientes
y Autoflagelantes.
“En política el éxito o el fracaso se mide en función
de las expectativas”
Desde la fundación de LIBRE, hace aproximadamente seis
meses, La Resistencia (esa masa inmensa y amorfa, que se ve y no se ve, que
está y no está, que se manifiesta y al mismo tiempo se oculta; que cuando se
requiere que salga a la calle, sale, pero cuando decide no hacerlo se queda
pasiva pero siempre firme contra el golpe de Estado) comenzó a perfilar el
primer momento donde se pondría a prueba, la acumulación de fuerza y el grado
de conciencia alcanzado durante el tiempo de lucha y movilización, después del
28J.
Ese momento llegó el 18 de noviembre pasado, que, tal
como establece el calendario electoral, correspondía a la elecciones primarias
e internas; las primeras para escoger a los cargos de elección popular en los
tres niveles (presidente, diputados y alcaldes) y las segundas, para elegir a
las autoridades de partido.
Luego de las inmensas caravanas que se organizaron
alrededor de la ahora candidata oficial de LIBRE, y, ante lo masiva de éstas,
iba creciendo la expectativa y el deseo de manifestar la rabia ante la
ignominia a la que somete el sistema, por medio del voto popular. Pero al mismo
tiempo, se incubaba en el pueblo otra expectativa más grande aún: ¿cuántos
votos sacará LIBRE? O ¿derrotará a los partidos tradicionales? Eran preguntas
cargadas de emoción, de deseos escondidos en lo más profundo de la resistencia,
que alcanzaba también a aquellos que generalmente se mantienen al margen de la
contingencia política, pero que en el último tramo de un proceso electoral,
inciden en el resultado final.
La derecha mediática, se encargó previo al 18N, de
preparar el terreno para minimizar la votación de LIBRE y luego deslegitimarla.
Lo que ahora parece como un fraude electoral, no es otra cosa que el deseo
desesperado de las élites dominantes, por hacer aparecer la vigencia del
bipartidismo y sobre todo, la del partido liberal.
Sin embargo como en la novelas policíacas, no existe
el crimen perfecto, porque al igual que como sucedió con el golpe de Estado,
los poderes fácticos violaron las “reglas del juego” que ellos mismos
institucionalizaron a través de sus testaferros: los partidos tradicionales,
sólo que en ésta ocasión, el fraude es entre facciones de clase- como decían
los viejos manuales marxistas- representadas en dos grupos económicos y
financieros distintos: uno en el partido liberal y otro en el partido nacional;
o sea, los gitanos leyéndose la suerte entre ellos.
El Millón y
el voto oculto
Ahora bien, en LIBRE existía la infundada aspiración
de que el nivel de votación se acercara o igualara hitos como la recolección de
firmas para solicitar la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, que
superó con holgura el millón de ellas. A falta de instrumentos de medición para
determinar el grado de aceptación del partido, de los candidatos y de las
propuestas, se cayó fácilmente en apreciaciones que poco tienen que ver con la
realidad por una parte, y por otra, eran apreciaciones que provenían de
personas que carecen de experiencia en el ámbito de la política tradicional que
mal que mal, aporta conocimientos sobre ciertas actitudes del votante en
general, y del que se ubica más allá de las simpatías que pueda tener por
LIBRE, o por la lucha contra el golpe de Estado.
En mi artículo anterior (“18N: El Principio del Fin”) advertía que no debíamos
obsesionarnos con un determinado volumen de votación, debido a una serie de
factores que condicionan de distintas maneras la voluntad de mucha gente por
participar en una elección primaria e interna, sobre todo, tratándose de un
partido como LIBRE, estigmatizado de
“ultraizquierdista”, “comunista” o “chavista” por parte de los medios de
comunicación al servicio de la oligarquía, hecho evidenciado el propio domingo
18N por la noche en la conferencia de prensa ofrecida por su dirigencia.
Creo que ese factor no debemos subestimarlo, sobre
todo, en el área rural y en las ciudades del interior donde, la identificación
política, juega un papel importante dentro de las relaciones sociales que en
esos espacios se establecen. Por otra parte, estamos obligados a estudiar el
fenómeno social que existe alrededor de LIBRE, más allá de la identificación de
importantes sectores de la población con su dirigencia y su propuesta; ello nos
serviría para explicarnos entre muchas otras cosas que, la lógica de participar
en una movilización es distinta a la lógica de ir a una urna electoral, en
parte por lo que mencionamos anteriormente, pero además, por temor; es el caso
de los empleados públicos o los trabajadores del sector privado, sobre todo,
aquel que se identificó o participó en el golpe de Estado que obligó a sus
empleados a asistir a las marchas de la ultraderecha.
En esos sectores y en otros, podríamos decir que se
ubica el llamado “voto oculto”, que a
diferencia de otras sociedades más politizadas, democráticas y tolerantes se
hace visible o se manifiesta públicamente sin que por ello, las personas se
vean expuestas a represalias o a persecución política.
A pesar de todo lo anterior, miles y miles salieron a
manifestar sus simpatías y compromiso con LIBRE y su candidata, no es necesario
que sea un millón de votos en las circunstancias descritas, se puede afirmar
una vez más, y, con la claridad que siempre nos ha aportado el pueblo, que en
el 2013, el bipartidismo llega a su fin. Siempre he sido del criterio, que la
gran debilidad de LIBRE es la falta de claridad en sus ideas; ejemplo de ello
es la confusión en sus principales dirigentes al creer erróneamente que aún
ganando las elecciones, se termina el bipartidismo, entendiendo por ello, la
supuesta desaparición de los partidos tradicionales.
Aquí vamos a repetir por enésima vez que esa
apreciación es totalmente equivocada, el bipartidismo no consiste en la
pervivencia de los partidos que lo integran; se trata de otra cosa: de la forma
cómo los dos partidos han establecido entre sí, un acuerdo tácito sobre la
manera o la forma de alternarse en el gobierno- que viene sucediendo desde
1925- sobre la base del usufructo de los bienes del Estado. Otro error
consiste, en decir reiteradamente que el bipartidismo tiene 121 años de
existencia porque lo identifican con la fundación del partido liberal en 1891,
cuando desde esa fecha hasta 1923, la política se desarrolló con más claridad,
sobre la figura de caudillos y no sobre partidos: Policarpo Bonilla, Terencio
Sierra, Manuel Bonilla o Tiburcio Carias por nombrar algunos.
En ese terreno, la derecha repite y repite que el
bipartidismo sigue más vivo que nunca, basado en las cifras que ofrece el
fraude actual, sin que LIBRE a través de sus dirigentes salga a refutar ese
falso argumento que conviene a los grupos de poder. ¿Hasta cuándo persistirán
ese tipo de debilidades? Seguramente hasta cuando nos derrote argumentalmente
la derecha, que puede ser el próximo año si no se hace nada al respecto, o se
deje ese tema, al igual que otros, a los mismos de siempre o a improvisados
aunque no sepan ni papa de ellos.
¿Osadía o
Hazaña?
Ante la ausencia de datos confiables, tanto del TSE
como del anticuado y manipulable sistema de transmisión de datos TREP, no queda
más que especular y, dentro de esa especulación, algunas cifras sugieren que
LIBRE podría alcanzar más de 600 mil sufragios. Sí eso fuera así, estaríamos en
presencia de una verdadera hazaña sin precedentes en la historia política del
país, no sólo por la cantidad, sino, por las condiciones en las que ocurre.
No existe registro de que un partido político de
reciente o vieja creación, se atreva a participar en un proceso electoral
confiando únicamente en la actividad de las corrientes que lo integran, en la
actividad de los candidatos, en esa nueva modalidad de caravanas y caminatas o
en la confianza de que el pueblo lo hará por su cuenta. Eso no forma parte de
las actuaciones normales de cualquier partido político, lo común es que afine
su organización, que cuente con una infraestructura electoral, que capacite sus
cuadros para el proceso y que cuente con
los recursos mínimos para sufragar los gastos fundamentales como transporte,
alimentación y otros gastos, es decir, que cuente con su propia maquinaria
electoral.
Se reconoce, el efecto de la lucha contra el golpe de
Estado en el despertar incipiente de una nueva conciencia política de cierta
parte de la población, pero eso no es suficiente ni crea seguridades para
participar electoralmente, y, sin embargo, LIBRE alcanza un piso electoral tan
alto, que para los estrategas políticos en cualquier país, representa la
posibilidad real de acceder al poder.
Para cualquier partido, participar en esas
circunstancias, hubiese sido un suicidio político y sin embargo, LIBRE confió
en el pueblo y éste respondió. Ahora, falta por ver, sí LIBRE estará a la
altura de semejante osadía o hazaña, según se la quiera ver.
El mundo subrealista
de los fraudes
Siempre se ha sabido de que en “Honduristán”, los
fraudes electorales constituyen una especie de “regla del juego” al que hay que
estar dispuesto a someterse, una vez que se decide participar políticamente.
Incluso, hay quienes se han atrevido a dar el porcentaje promedio del fraude en
cada proceso electoral: 10%.
También, se sabe de las “elecciones estilo Honduras”,
para referirse a una forma de fraude electoral basado en la violencia de un
régimen, contra quienes decidían adversarlo electoralmente. La última
“pantomima” electoral, en la que, los partidos del bipartidismo hicieron gala
sin ningún pudor de su desfachatez, fue en 2009, con las supuestas elecciones
en noviembre de ese año.
Se infló lo que tenía que inflarse, se “pagaron”
favores por el apoyo al golpe de Estado a personajes oscuros y mediocres de
todos los partidos, incluyendo a los de los partidos “testigos” como el PINU y
el ex Partido Demócrata Cristiano de Honduras. Hoy asistimos a una especie de
replay de 2009, con el mismo sistema, pero aplicado a distintos actores. Urnas
“llenas” de votos con una cantidad
superior a la que se le asigna, cantidades que requerirían un día y medio en
ser completadas en las urnas, filas vacías de votantes pero urnas llenas de
votos, consignas para “reventarse” a X o Y personaje, incluyendo a la hija de
quien ha sido el “dueño” de uno de los partidos, deslealtades y traiciones
entre el amo y el siervo etc. etc. etc.
Esta “guasa” electoral, ha llevado a que dentro de LIBRE
aparezcan los “autoflagelantes”, o sea, aquellos que siempre se opusieron a la
participación política de LIBRE y que ahora se autojustifican, basados en la
trampa entre las élites de poder. Otros, anticipadamente cayeron en estados
depresivos argumentando que “la votación es muy baja”, sintiéndose derrotados
en una especie de eco de los deseos de la derecha porque así ocurra.
No debemos caer en la autocomplacencia ni en la
autoflagelación, pero tampoco dejar las cosas en manos del azar, o en aquella
frivolidad de que “en el camino se arreglan las maletas”. Llegó el tiempo de
los planteamientos serios, de dejar atrás las frases hechas o de las consignas
vaciadas de contenido, es el tiempo de idear las grandes políticas
diferenciadoras, de proponer en lugar de ofrecer.
Sobre esto, ya hay un camino andado, existen
contribuciones desde la cuales poder sentar los fundamentos de una Plataforma Programática para ser
presentada al pueblo hondureño. La candidata tiene en sus manos el documento: “Socialismo
Democrático: Bases Conceptuales y Programáticas”, en el que se abordan
conceptos políticos y se esbozan las grandes líneas de las políticas de Estado
en un futuro gobierno de LIBRE.
Ni autocomplacientes ni autoflagelantes, optimistas
pero realistas, emocionados pero preparados, decididos pero inteligentes, con
fuerza pero con prudencia y autocríticos pero con ética.
¡El futuro es nuestro!